Nuestro edificio luce una espectacular decoración, obra del interiorista Juan Oliva Tristán.
Como responsable de la ambientación navideña del Real Casino de Tenerife, y según sus palabras, ha buscado establecer un diálogo respetuoso con la arquitectura racionalista del edificio, integrando elementos inspirados en los códigos visuales más representativos de las grandes casas de diseño.
La intervención se concibe desde la intención, la teatralidad y la coherencia estética, generando una experiencia que combina sobriedad institucional, sofisticación contemporánea y un lujo silencioso que se percibe en cada detalle.
El proyecto toma como inspiración formas emblemáticas del diseño, presentes en las grandes flores esculturales XXL que coronan el árbol principal. Estas piezas, evocadoras de la célebre camelia asociada a una prestigiosa maison francesa, aportan un sello distintivo al conjunto y actúan como eje conceptual de la composición.
La paleta cromática —rojo, blanco y negro— referencia la identidad visual de otra tradición de la alta costura.
La decoración se completa con cientos de mariposas, distribuidas a distintos niveles, que aportan movimiento, ligereza y un sentido de transición entre elementos.
Los textiles desempeñan un papel fundamental en la narrativa visual: el tartán rojo, cálido y tradicional, y el pata de gallo, motivo históricamente vinculado a la sastrería de alto nivel, conviven en perfecta armonía.
En su vertiente orgánica, ha integrado pequeñas araucarias, que aportan verticalidad natural y un contrapunto sereno, equilibrando la teatralidad del conjunto con una presencia vegetal escultórica y contenida.
El árbol principal funciona como un dispositivo escénico, donde la iluminación cálida, los volúmenes generosos y la composición calculada construyen un relato visual cargado de intención.
La propuesta incluye además un tapiz del Nacimiento, realizado con un tratamiento que remite a las vidrieras históricas. Esta pieza no solo aporta una profundidad cromática singular y un vínculo evidente con la tradición artística, sino que también recupera el sentido esencial de estas fechas: celebrar el nacimiento de Jesús, origen y corazón de la Navidad. Integrarlo en clave contemporánea y estética permite recordar este significado de forma respetuosa, auténtica y plenamente coherente con el espíritu del Real Casino de Tenerife.
Formas geométricas inspiradas en mármol blanco y negro completan la ambientación, reforzando la conexión con la arquitectura del edificio.
El resultado es una escenografía navideña concebida para emocionar, donde cada pieza cumple una función estética y simbólica.


































